Noche de acogida para un pequegato que o se ha escapado o ha sido abandonado. Es demasiado sociable para ser un gato callejero. Hay unos perros merodeando en el parque que o se lo comen o lo aplastan jugando. Un peligro para el maullador.
Toda la noche maullidos de gato...

Al principio ronroneos y ganas de jugar, mordisquitos, saltitos, ganas de comer, un poco de leche, paté...luego maullidos de gato, y más maullidos de gato.

Al principio, ilusa de mí, me dejo engatusar, mimitos, gurrumiaus, le ayudo a hacerse
la toilette, le doy leche con un bibe improvisado con una jeringa, más mimitos y a dormir en la cunita en el bidé (una nueva utilidad) Lo dicho: ilusa. Maullidos y más maullidos en cuanto se queda solo.
Mañana
D. está de guardia y yo estoy saliente, tengo sueño y lo único que oigo son maullidos.
Me levanto, más mimos y ronroneos, y saltitos, pero no quiere quedarse solo. A la cama con nosotros y se calla. Pero no dura más de 3 horas. Ahora quiere salir a la calle, se tira de cabeza a través de las ventanas, el cristal frena el golpe. Me lo llevo a la calle.

Imaginaos la escena, el gato maullando y yo en pijama en la calle...se va. Me doy la vuelta y subo a casa. Cuando llego oigo de nuevo los maullidos, cada vez más intensos. Vuelvo a la calle a por el pequegato. Sigue maullando y se me acaba la paciencia.
No intentéis razonar con un gato es inútil.
Nadie lo reclama por la mañana y yo no me creo capaz de una noche más así entonando maullidos.

El desenlace me hace sentir mala persona, pero lo dejé escapar en casa de sus primos gatos callejeros, sé que allí siempre tienen comida y espero que le cuiden bien y pequegato consiga ser un gato feliz.